martes, 15 de septiembre de 2009
Bernardo O'Higgins Riquelme (1778 – 1842)
Conocido como el "Padre de la Patria", durante su gobierno se consolidó la Independencia de Chile. Bernardo, nació en Chillán el 20 de agosto de 1778, hijo natural de don Ambrosio O’Higgins e Isabel Riquelme, fue criado y educado con todas las ventajas de la aristocracia criolla, incluyendo una estadía en Europa donde sus ideas emancipatorias comenzaron a gestarse, influenciadas por los pensadores ilustrados y por su amistad con Francisco de Miranda. Al poco tiempo de su regreso del viejo continente fue elegido alcalde de Chillán, gozando de un gran prestigio e influencia entre los jóvenes de la sociedad criolla. Enterándose de la invasión napoleónica y el cautiverio de los monarcas en España en 1808, O'Higgins no dudó en promover activamente las ideas separatistas. Es así como se convirtió en uno de los líderes más destacados del movimiento emancipador.
Durante el período que va desde 1810 a 1814, conocido como la Patria Vieja, O'Higgins colaboró en la organización de nuevas milicias y posteriormente pasó a ser miembro del primer Congreso Nacional, instaurado el 4 de julio de 1811. A pesar de sus desavenencias con José Miguel Carrera, que el mismo año toma el poder a través de un golpe de estado, intervino junto a él en los primeros enfrentamientos con las fuerzas realistas, teniendo un notable desempeño y llegando a convertirse en Jefe del Ejército. Sin embargo, pese a todo el esfuerzo de los patriotas, los españoles reconquistaron el territorio. El 1º de octubre de 1814 se produjo el enfrentamiento conocido por los chilenos como el "Desastre de Rancagua", que obligó a los patriotas y al mismo O'Higgins a emigrar a Mendoza junto a su madre y hermana. Una vez allí, en conjunto con José de San Martín, se dedicó a reorganizar al Ejército con la convicción de que la única manera de asegurar la Independencia es llegar hasta el enfrentamiento con el virrey del Perú.
En 1817, San Martín y O'Higgins emprendieron, junto con el Ejército Libertador el cruce cordillerano, con el fin de liberar el territorio chileno del dominio español. Con el triunfo en la batalla de Chacabuco el 12 de febrero de 1817, se reinició el proceso independentista y la recuperación del territorio. Una vez instalados en Santiago, O'Higgins fue nombrado Director Supremo del Estado, con fuertes atribuciones. Durante los seis años que duró su administración se mostró como un hombre progresista, introduciendo cambios sociales y culturales tendientes a transformar la estructura social colonial hacia una de carácter republicano. Así, por ejemplo, una de sus primeras medidas fue la abolición de los títulos de nobleza y escudos de armas utilizados por la aristocracia. En su reemplazo estableció la Legión del Mérito para destacar a aquéllos que habian participado activamente en la Independencia y lo seguían haciendo en la construcción del nuevo Estado. También reorganizó la Biblioteca Nacional, promoviendo la lectura, y reabrió el Instituto Nacional, demostrando así su interés por la educación.
Desde el punto de vista político, el gobierno de O'Higgins fue un gobierno fuerte, personalista, de rasgos autoritarios y de un marcado espíritu reformista, lo que fue progresivamente creándole conflictos con la aristocracia, que cada día veía más amenazados sus intereses. A fines de 1822, en Concepción, se produjo un levantamiento dirigido por Ramón Freire. Sin contar con el apoyo popular ni tampoco con algunos de los grupos políticos en formación, Bernardo O'Higgins abdicó en 1823 al cargo de Director Supremo y se trasladó al Perú, donde murió el 24 de octubre de 1842.
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